miércoles, 6 de julio de 2016

ESTUDIANTE – PROFESOR: ¿Una relación legítima?



ESTUDIANTE – PROFESOR: ¿Una relación legítima?

M BAZDRESCH

La reciente discusión mundial sobre el surgimiento de un nuevo paradigma pedagógico, detonada por los desafíos surgidos por la incorporación de los recursos digitales a la tarea educativa, plantea una pregunta clave: ¿En torno a qué se vinculan en la escuela docentes y estudiantes? Se trata del reconocimiento de la necesidad de una nueva legitimidad de la relación educativa, pues los recursos digitales ponen a disposición de los estudiantes todo el contenido que antes les proporcionaba el saber del profesor.

Una respuesta corta a tan extensa pregunta puede ser: los estudiantes y los profesores - maestros se vinculan en torno al aprendizaje. También puede decirse en torno al saber, si pensamos en Delors. Y también en torno al crecimiento – desarrollo - personal (digamos integral) si pensamos en Bruner, Vygotsky y compañía. En esta respuesta no menciono la enseñanza, pues no es más la legitimidad aunque sea una actividad aun presente. En todo caso la enseñanza debe ser la actitud de fondo del maestro. Subrayo actitud.

La respuesta corta se hace larga y se enriquece con tres datos que provocan tres sustantivos de la legitimidad buscada en la cuestión.

Primer dato: Se vinculan en el proceso de adquirir–facilitar las destrezas culturales básicas. Para esta tarea se reparten el trabajo el maestro y familia, y el maestro y escuela. Si lo decimos en una sola palabra, el vínculo es la curiosidad del aprendiz: ¿Qué es… cómo se llama… cómo se juega… para qué sirve… cómo lo consigo.. Qué tengo que hacer… porqué debo hacer tal… a partir de situaciones múltiples y diversas, en los escenarios múltiples que se pueda a fin de que el aprendiz se vea frente a manifestaciones, productos, recursos, etc. de la cultura, los curiosee y el maestro cuide de hacer ver la respuesta.

Por eso es clave: la cultura amplia y múltiple del maestro. Por eso los mejores hombres y mujeres de un país deben estar en contacto con los niños y niñas. Todo lo anterior para ampliar lo más posible los lazos con las realidades culturales a fin de que sean “transparentes” a los niños, es decir que sean adquiridas “porque siempre han vivido, visto, oído.. etc., tales objetos, tales conductas, tales respetos, tales herramientas, tales cortesías y todo eso.

Segundo dato el reto, el desafío. Lograr las metas y por tanto saber más y mejor para conseguirlo. El aprendiz quiere modificar la realidad, al menos manejarla a su favor. La mente, habilidades, actitudes, conceptos, secuencias, herramientas conceptuales, acercadas  por el maestro en un entorno descrito en modo de: ¿A que no puedes?, ¿quieres que te diga cómo puedes?, establece un vínculo poderoso.

Tercer dato: producir conocimiento. Conocimiento de sí mismo (qué me da miedo, temor, gusto, tristeza, llanto. Qué les hago a los otros… etc.) y conocimiento del mundo, en lo más posible desde un modo científico de proceder, social y naturalmente. La clave está en las representaciones, los relatos y los mapas de ¡todo! Escuela, familia y maestro no han de ahorrarle al estudiante experiencias, proyectos, procesos y modelos.

En mi punto de vista el maestro es aquí un provocador permanente y al mismo tiempo un observador de todos los procesos prácticos, para corregir, mantener el vínculo con los aprendices y dosificar sus aportes. La actitud del maestro tiene que ser la de quién ayuda a que surjan las preguntas ordinarias y las de fondo en el aprendiz y no responderlas sino suscitar que cada quien y juntos busquen y encuentren respuestas provisionales y a la vez observar cuando procesos, preguntas y respuestas estén trampeadas por las actitudes obstaculizadoras (que son usuales en los estudiantes) del aprendiz, a fin de “desmontarlas” y aprovecharlas para insistir en la autonomía del aprendiz.

En síntesis: aprendizaje de la cultura, para usarla en aprender la acción y de la actuación, y aprender a conocerse, conocer a otros y conocer el mundo. Esa es la legitimidad.

¿Dónde queda la enseñanza, la didáctica? Es muy fuerte decir que hoy es una tela oscura que impide centrarse en el aprender. Para mí la enseñanza se justifica cuando se identifica el sentido profundo de lo que se quiera aprender. Por ejemplo: Matemáticas. El sentido profundo es el de un lenguaje. Y lo uso cuando tenga algo que decir… lo primero es tener y querer decir algo y tratar de decirlo en matemáticas para mejor expresarme, lo cual lleva a disponer de un conocimiento de cuáles son las realidades susceptibles de ser expresadas, representadas, relatadas con el lenguaje que provee la matemática. Lo cual sucederá al filo de numerosas experiencias de las cuales obtengo el aprendizaje de que hay realidades matematizables y otras no. Y de ahí, puede surgir el deseo de aprender el leguaje llamado matemáticas. Puedo empezar con los números… pero no necesariamente: son complicados... en fin aquí aparece la didáctica: qué me pide el aprender matemáticas y cómo puedo traducirlo en actos para sugerirle hacer al aprendiz o se los pida aplique para que caiga en cuenta de lo que le hace falta.

El gran defecto actual de la enseñanza es que se parte del contenido y no del sentido. Y claro el vínculo aprendiz – profesor se quiere crear a partir de no sabes, tienes que aprender y yo te voy a enseñar… la práctica descalifica este razonamiento. La nueva legitimada es pues el aprendizaje, el cual se potencia por las redes digitales y sociales en las cuales la sociedad del aprendizaje nos permite llevar a cabo una nueva cotidianidad.